domingo, 11 de diciembre de 2011

Dragon Ball.- La Maldicion del Dragon_Capítulo I: El rapto.

Dragon Ball.- La Maldicion del Dragon_Capítulo I: El rapto.

Digi: Hola gente! Aqui le traermos un nuevo fic.
Lolfid: pues yo creo ya se había tardado mi turno en en presentar uno jajaja
Digi: pero este noo es de Total Drama como los otros es de ...
Lolfid: *Con un micrófono* \(^o^)/ ¡DRAGON BAAAAAAALL! La historia de mis ancestros!!!
Digi: o.oU (pero que emocionado esta!)
Lolfid: Si! de dragon ball, el mejor anime del mundo!
Digi: o_o (Creo que estoy empezando a extrañar a Duncan)
*Aparece Duncan, y le quita el microfono a Lolfid*: Bueno para que no los k no lo sepan Dragon Ball o mejor dicho Dragon Ball Z, es mi anime favarito y ¡Y el unico que veo! k les kde claro! o si no ya veeran! se como encontralos!
Digi:UoU uuuf (ya me estaba asustando)
Duncan: porque *SUENA DRagon ball Rap*
Lolfid y Duncan *Con un microfono cada uno*:
Dragon Ball, Dragon ball Z es arte!
Dragon Ball Gt sea quien sea lo parte!

Digi: 0_0 (ahora si que ya me asuste)
Duncan: Bueno DbGt no fue tan malo perp le falta mucho sentido! no es nada comparado con Db o DbZ. lo bueno es que sta saga no fue creada por el gran maestro Akira Toriya, dios le de una larga vida. Aunque me gusto mucho la Saga Baby la mas importante de todas creo yo y creo que muchos estaran de acuerdo conmigo que lo mejor del DbGt fue el super-Sayajin Fase 4 *-*.
Digi: (Oh My God! quien diablos es este y que le hiso a Duncan?!) aaah Duncan...
Duncan: Asi... Olvidava que o me tocaba presentar este fic*Deja el microfono y se va*
Lolfid: En fin: Este fic es Un universo alterno, nos adentramos a un mundo de piratas maldiciones y sorpresas, donde un principe que desconoce su indetidad vive como pirata, una chica de la nobleza es raptada y encerrada en un barco lleno de moustros, salvo por el principe pirata...
Digi: *Con un mecafono* LLOOOLLFFIIIDD!!!!
Lolifd: @_@ (Todo aturdido)
Digi: Ya que recupere el control, apreovocho y diigo que este Fic fue uno de los primeros que lei de AU y debo de admitir que que gracias a este le agarre gusto a estos. Asi antes de que digan algo este fic esta INSPIRADO en piratas del caribe, pero NADA QUE VER. Lolfid dices lo demas?
Lolfid: QUE DIJISTE?
Digi: ups... creo que lo deje sordo, en fin subida autorizada, para leer original dar click en: LA MALDICION DEL DRAGON
Lolfid: que?! ya digo a leer?!
Digi: lo que dijo el
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LA MALDICIÓN DEL DRAGÓN

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N/A: Se trata de un Universo Alterno. Los personajes son del maestro Akira Toriyama. Nos adentramos en mundo de aventuras, piratas, tesoros, maldiciones y sorpresas. Este Fic es exclusivo de Bulma y Vegeta. Inspirado en Piratas del Caribe (pero no tiene nada que ver). Estaré encantada de que me enviéis reviews. ¡Espero que os guste!

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Capítulo I: El rapto.

Una gran masa de niebla cubría el bosque de Leek, en la tierra del Reino de Vegetasei. Esa noche sus grandes árboles eran sombríos, su hermoso colorido era triste y gris y sólo el aullido de una manada de lobos hambrientos retumbaba en lo más profundo del bosque. La figura de un hombre alto, de pelo alborotado y ojos oscuros se podía divisar abriéndose paso entre la niebla. Ese bosque en su día fue su hogar. Con aspecto demacrado y respiración agitada se tambaleaba de un lado a otro cargando un bulto entre sus brazos. Finalmente su vista nublosa le alcanzó para ver una pequeña cabaña escondida entre la maleza del bosque. Cada vez su respiración era más agitada y su cuerpo apenas resistía cada paso que daba. Con un último gran esfuerzo llegó a la puerta y la golpeó con toda la fuerza que le quedaba. Un anciano apareció tras ésta iluminando su rostro con una lámpara de aceite. El extraño ya no aguantó más e inmediatamente entregó al anciano el paquete que llevaba entre sus brazos y se desplomó. El hombre de edad avanzada agitado por las circunstancias agarró bien el pequeño bulto. Pues debía ser algo muy importante para aquel hombre que lo había protegido a capa y espada. Desenvolvió los viejos paños y bajo estos encontró un pequeño de pocos meses dormido, agarrado a una bola de cristal naranja.

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Esa misma noche en el gran castillo de Vegetasei, el rey Vegeta IV admiraba a su pequeño hijo de cinco años dormir plácidamente sobre su cama. Observaba asombrado a ese niño de pelo puntiagudo al igual que él. Solamente con cinco años de edad, el pequeño príncipe destacaba por encima de la media. Sabía de artes marciales y manejaba la espada como si de un valiente soldado se tratase. El rey se sentía orgulloso de él, sangre de su sangre, su heredero y lo último que le quedaba después de que su esposa falleciera en el parto.

—Mi señor, ¿puedo ayudarle en algo?—Interrumpió sus pensamientos la niñera del pequeño príncipe.

—No, Lunch. Puedes retirarte. El príncipe Vegeta ya está dormido—Le respondió el rey con una sonrisa.

La niñera se inclinó en señal de respeto y se marchó a descansar. El rey echó un último vistazo a los alrededores de la habitación de su vástago y por último se dirigió hacia los establos. Era una de esas noches en la que difícilmente podía conciliar el sueño. Cogió su caballo, lo ensilló y fue a dar un paseo nocturno por las extensas tierras del castillo.

La noche era cada vez más oscura. Nubes comenzaron a juntarse por encima del Reino de Vegetasei. En el puerto un humilde pescador preparaba su pequeño velero para salir a pescar en la madrugada. Estaba subiendo el ancla cuando de repente comenzó a notar el agua turbia y el velero comenzó a mecerse lentamente.

—-¡Qué extraño!—Expresó antes de subir la mirada y encontrarse con un enorme barco negro de velas moradas. Su aspecto terrorífico hizo que el hombre abriera su boca asombrado y que su cigarrillo cayera a la mar.

—Echad el ancla— se oyó desde el barco.—Izad la bandera

De pronto una bandera negra con una gran calavera blanca se alzó en lo alto del palo mayor.

—Pi…piratas—.Susurró el hombre escondiéndose bajo una manta para no ser notado.

—Desembarcad holgazanes—.Gritaba un ser de aspecto grotesco, rosa, con púas en la cabeza y en los brazos. Todos los tripulantes de aquel inmenso barco eran extraños seres. Pieles rugosas, coloridas, cabezas grandes sin pelo, parecían monstruos sacados del mismo infierno.

Alguien salió de uno de los camarotes principales. Un ser de baja estatura, de color blanco y con dos manchas moradas distribuidas por su cuerpo. De su columna salía una gran cola como la de un reptil. A su derecha se encontraba otro pirata. Su piel era verde pálido y su largo cabello caía en una larga trenza por su espalda, su nombre era Zarbón.

—Dodoria—Nombró el reptil.—Ya sabes lo que tienes que traerme—.Ordenó con una fría mirada.

—Sí, mi Capitán—Respondió emprendiendo marcha fuera del navío con parte de la tripulación.

—Y tú, Zarbón—Se giró inmediatamente hacia su derecha.—Tráeme al pequeño bastardo.—Ordenó señalando al pirata junto a él.

Zarbón sonrío maléficamente.

El rey siempre que salía a pasear con Makumba terminaba en el hermoso arroyo cristalino donde vio por primera vez a su mujer. Podría haber sido un arreglo entre sus padres, pero aquella primera vez que la escuchó cantar a orillas de ese arroyo calló prendido por su belleza y su elegancia. La madre de su primogénito, Courgette, era una fina dama de las más altas cortes, delicada como una flor y refinada. Una reina ideal para un pueblo como el de Vegetasei.

Una serie de gritos le despertaron de su bello recuerdo. Miró hacia el castillo donde pudo divisar oleadas de fuego a lo lejos. Rápidamente con una punzada en el pecho cabalgó hacia su hogar lo más rápido posible y a la velocidad que Makumba le permitía.

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Llegó a las puertas del castillo de Vegetasei, desensilló a Makumba y comenzó a caminar por los largos pasillos. Ni un solo rastro de vida por donde pasaba. Todos eran soldados a su merced fallecidos. Todos ellos con claro rasgo de haber tenido un enfrentamiento. De pronto frente a la pared de su cuarto recostado, se encontraba Nappa, un soldado personal del rey. Tenía rasguños y cortes por su cuerpo y respiraba con dificultad.

Nappa—Formuló el rey agachándose en su ayuda.—Dime que ha ocurrido.—Replicó comprobando que las heridas del guerrero no fueran graves.

Intenté protegerla, mi señor—Respondió el guardia cayendo inconsciente al suelo.

El rey comprobó que aún respiraba. Antes de poder reaccionar escuchó un suave balbuceo proveniente del cuarto de su hijo.—¡Vegeta!—Exclamó emprendiendo marcha hacia la habitación de su primogénito. La abrió de par en par y encontró su pequeña cama vacía. En una esquina encontró a la niñera llorando.

Lunch, ¿quién se ha llevado a mi hijo?—Preguntó zarandeando a la joven que se encontraba en estado de shock.

Monstruos, horribles monstruos— Balbuceó la joven de cabello azul eléctrico.—Seres horribles y malvados—Le miró fijamente a los ojos con profundidad.—He visto al demonio—Susurró estallando en un llanto incesante.

El rey soltó a la mujer con delicadeza. Sin duda se encontraba alterada por las circunstancias. Cayó desplomado al suelo con una mano en su pecho ahogando un grito de dolor. Después se dirigió a su cuarto y descubrió la caja fuerte abierta. Algo que tenía que guardar con su propia vida sin duda ya no estaba allí. Y entonces fue cuando entendió los balbuceos de la joven.—Malditos.—Finalmente gritó con toda su fuerza desplomándose en el suelo.

Se despertó sobresaltado por los oscuros recuerdos del pasado. Alguien llamó a la puerta.

—Señor recuerde que hoy tiene audiencia con el general Paragus—Le recordó Nappa al otro lado de la elegante habitación real.

—En seguida estoy listo.—Respondió aún tumbado en su cama. Después se giró para ver a su joven esposa durmiendo.—Seripa, es hora de despertar—Dijo dulcemente acariciando el rostro de la mujer. Ella abrió muy despacio sus ojos.—Tenemos la audiencia con el general Paragus—Manifestó con fastidio al ver el tranquilo semblante de su mujer.

Ella frunció su ceño. —¿Tengo que estar presente?—Preguntó. No le gustaba demasiado esa clase de compromisos reales y también sabía por una parte lo importantes que eran para su marido.

El Rey lo pensó. —No, será mejor que no. Puedes ocuparte de otros asuntos—Respondió finalmente Vegeta dándole un dulce beso a su esposa.

Se vistió elegante para la ocasión y se condecoró con todos sus títulos. Salió hacia el salón central y se sentó en su cabo de unos minutos haciéndose esperar Nappa entró anunciando al general.

Caminó durante una larga alfombra roja hasta llegar a su rey. Se inclinó con respeto y besó su anillo. El anillo real con el símbolo de la realeza de Vegetasei.

—Mi rey— Dijo inclinándose y llevándose su mano al pecho.

—¿Qué hay de nuevas en la mar?—Preguntó impaciente el rey. El General Paragus era el encargado de encerrar y condenar a hombres que tenían que ver con asuntos de piratería. Por otra parte era un hombre de gran estatus y de confianza del rey Vegeta. Desde el rapto del pequeño príncipe había sido el encargado de llevar el caso con discreción de cara al pueblo de Vegetasei.

—Encontramos únicamente un barco pirata abandonado en la isla de Korusan— respondió el general.

—¿No encontrasteis a nadie?— preguntó con tensa preocupación el rey.

—No, señor— pausó y alzó una mirada fría.—Estaba completamente abandonado.— Paragus vio la defraudada mirada del rey.— Últimamente pocos son los barcos piratas que quedan en pie navegando por nuestras aguas, mi señor.

—¿Nombre del barco?— preguntó el rey sin hacer caso a la última mención del general.

—La Roseta— pausó.—Hemos estado investigando y parece ser que el barco fue finalmente abandonado por su tripulación.

El rey Vegeta frunció el ceño. —Ya es el décimo cuarto barco pirata en los últimos años —el hombre con pelo puntiagudo se llevó la mano a su barba. Un gesto que lo definía cuando necesitaba pensar con tranquilidad.— ¿Por qué unos piratas iban a abandonar su propio barco?— preguntó con intriga.— ¿No sería posible que otro barco sea quien los ataque y se esté abasteciendo de ellos?—preguntó alzando su cabeza. Demasiados entresijos sin solución alguna rondaban por la cabeza del Rey de Vegetasei.

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Una joven peliazul, enfurecida, subió a su cuarto tirando todo lo que se ponía a su alcance. Su amiga y criada la vio aparecer con cara de pocos amigos y corrió en su ayuda.

—Bulma. ¿Qué te ocurre?— preguntó parando la furia desembocada de la mujer.

—Hoy mi padre me ha llevado al palacio del Duque de Cucumber— cruzándose de brazos a la altura de su pecho se sentó en la cama. —Me dijo que estaría bien que me comenzara a relacionar con gente de la nobleza —Pausó y miró a su amiga. —Pero todo eso es una treta. —suspiró.

—¿A qué te refieres?—Preguntó la joven criada.

—Que seguro que intenta prometerme con él, Chichí—Confirmó la peliazul con una mirada enfurecida.

—Es normal ya estás en tus veintidós—Pausó la morena.—Incluso tu deber hubiera sido haberte casado antes.

Bulma frunció aún más su ceño. —Hablas como mi padre. —En esos momentos necesitaba el apoyo de una amiga. No una charla de tipo paterna.

—¡Oh, vamos!—Expuso reivindicativa la muchacha. —¿Cómo era el Duque?—Preguntó la morena.

—¡Oh, no me digas que no conoces al duque Yajirobeh! —Exclamó con sarcasmo la joven. —Es ambicioso, un retaco y gordito —Pausó y se levantó agitada de la cama. —Y un maleducado e impresentable —Dijo andando de un lado a otro.

—No suena muy bien —Contestó Chichí levantándose para ayudar a desvestir a la joven peliazul.

—Jamás podré enamorarme de un hombre como él —Dijo con tristeza —¡No es mi príncipe azul! —Exclamó. —Lo que daría por poderme casar con el hombre que quisiese. Como tú —Contestó la de cabellos celestes.

La morena entristeció. Desde luego su rango social la permitía casarse con un hombre de su mismo estatus. Pero finalmente podría elegir y casarse por amor. Aunque eso todavía no había ocurrido porque los últimos años había estado completamente viviendo en dedicación al palacio y a su amiga Bulma. —¿Y cuál es ese hombre? —Preguntó Chichí interesada. —¿Yamcha? —Continuó intrigada.

—¡Eso solamente fue un beso!—Se justificó la peliazul. —Un beso inocente —Confesó sonriente al recordar el dulce y excitante momento.

—Mmm —Se quejó la morena con los brazos en jarra. —Cuando los encontré besuqueándose no parecía un simple beso inocente —Espetó con queja.

La aquamarina le sentenció una mirada de enfado. —Querida amiga —Comenzó. —¡Eso no es asunto tuyo! —Exclamó enfadada.

La morena entristeció con las duras palabras de la peliazul. Nunca había sido así de cruel con ella. Pero comprendió la situación en la que se encontraba y se controló antes de responderla con una mala contestación al fin y al cabo eran como hermanas y sus fuertes carácteres chocaban a menudo. —¿Por qué no descansas? —Preguntó Chichí intentando calmar el ambiente. —Mañana verás las cosas con más claridad —Le aconsejó.

Bulma comenzó a cambiarse en silencio ayudada por su amiga. —¿Por qué no me cuentas una de tus famosas historias de piratas? —Le preguntó con un brillo de impaciencia en sus azules ojos cristalinos.

—De acuerdo —Respondió Chichí tumbándose en la cama con su amiga. —¿Te he contado alguna vez la historia del famoso pirata Muten Roshi? —Preguntó con un halo de misterio.

—No. —Respondió Bulma después de meditarlo.

—¿Recuerdas aquella historia de un tesoro mágico?

—Sí. Es una de mis favoritas —dijo la peliazul.

—El pirata Muten Roshi fue el primero en encontrar el tesoro. Mucha gente dice que se marchó a una isla desierta y vivió por siempre. La magia de aquel tesoro le regaló la vida eterna. Cuenta la leyenda que tuvo que atravesar las aguas mas turbias y enfrentarse a todo tipo de criaturas para encontrarlo y no le fue fácil. Cuando encontró finalmente el tesoro un extraño ser salió de él y le concedió un deseo. —Sus parpados comenzaron a caer lentamente. —Aún no se sabe a ciencia cierta que podía ser. Se cuenta que era terriblemente grande y monstruoso. Finalmente se dice que su deseo fue la vida eterna. —Dijo bostezando.—También hay gente que dice que se convirtió en un viejo chalado y murió surcando los mares en su navío. —Explicó.

—Me encantaría que fuera cierto. —Le respondió la peliazul. —¿Sabes lo que pediría? —Le preguntó a su amiga.

—Mmm. —Respondió medio dormida.

—Encontrar a mi príncipe azul. —Bulma miró a Chichí y la encontró prácticamente dormida.

La peliazul sonrió, se acurrucó a su lado y cerró poco a poco los ojos. Horas después despertó con un fuerte presentimiento.

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En palacio, en una habitación muy grande con colores dorados. Una inmensa lámpara iluminaba a una pareja de edad avanzada. La mujer se despojaba de sus joyas mientras su marido se encontraba nervioso dando vueltas de un lado a otro por la habitación.

—Cariño, es duro para ella. —Le atestiguó la señora Briefs a su marido.

—Lo sé. —El Conde de Aubergine se echó las manos a la cabeza sentándose de nuevo en la cama. —Es la mejor forma de protegerla. —Contestó intentando convencer a su mujer. —El duque de Cucumber es un hombre poderoso. A Bulma no le faltará de nada. —pausó y miró de nuevo a su esposa. —Estará más a salvo que aquí.

—¿Y qué me dices del príncipe Table? —Preguntó la rubia interrumpiendo a su esposo. —Bulma sería una genial princesa y más tarde toda una reina. —Imaginó en una magnifica fantasía.

—Aún no está en su mayoría de edad. —Contestó el Conde. Después miró con preocupación a su mujer. —He oído rumores. —Anunció con miedo. —Si es verdad lo que he escuchado corremos peligro. Por eso Bulma tiene que casarse cuanto antes con el duque. —Sentenció. Después miro a su asustada mujer y la cogió de la mano. —Sabes todo lo necesario, confiaría en ti en caso de que no pueda protegerte ni a ti ni a nuestra hija. —La pareja se encerró en un cálido y emotivo abrazo.

Mientras en otra parte de ese inmenso palacio Bulma recogía la lámpara de aceite de la mesilla. La encendió y se levantó de la cama con delicadeza para no despertar a Chichí. Con mucho cuidado abrió la puerta, el rechinar de las bisagras hizo que la morena bajara el volumen de su respiración. Siguió el pasillo recto donde su instinto la llevaba y terminó frente a una puerta en el ala este de la casa.

Recordó cada momento de su vida en el que su padre le dijo que jamás visitara las habitaciones del ala este porque no eran lugar para una señorita como ella. Rió para sí misma al verse en tal situación, agarró el pomo y lo giró. Siempre se imaginó aquella habitación como la estaba viendo. Oscura, tenebrosa, llena de trastos inútiles y también de polvo. Buscó de un lado a otro y no encontró nada interesante. Su padre tenía razón no era lugar para una señorita, en verdad no era lugar para nadie. Solamente había cuadros machacados y viejos, lámparas rotas, muebles estropeados y un montón de cajas. De pronto hubo un movimiento extraño dentro de la habitación y dos cajas cayeron al suelo. Bulma se asustó y tropezó. Cayó de bruces al suelo resbalando con algo. De entre las cajas salió el pequeño gato negro de su padre corriendo endemoniado hacia la puerta.

—¡Maldito gato! —Exclamó la mujer de cabello azul viéndole salir por la puerta. —Siempre anda persiguiéndome. —Se quejó.

Fue a levantarse cuando vio rodar algo hacia ella, era una bola. Una bola de cristal naranja. La cogió y un fuerte destello salió de su interior e iluminó toda la habitación. Demasiado fue el brillo que pareció que de pronto el sol había salido y había amanecido en aquel oscuro cuarto.

—Es preciosa. —Anunció encantada por la cegadora luz de la esfera. El destello fue menguando hasta que se extinguió como una llama. Bulma se fijó en las dos estrellas rojas que la adornaban. Unos pasos en el pasillo la alertaron y salió de inmediato de la habitación cerrándola. Ocultó la bola en el bolsillo de su bata justo antes de encontrarse con un guardia de palacio.

—Señorita Bulma, ¿qué hace aquí? —Preguntó el guardia.

—¡Yamcha! —Pronunció sorprendida.

—Sabe que usted no puede estar por esta zona de palacio. Son órdenes de su padre.-Protestó el guardia hablándola con delicadeza.

—¡Oh!, salí a pasear e inconscientemente llegué hasta aquí —Respondió dulcemente. —Yamcha, júrame que no le dirás a mi padre que me has visto por esta zona. —Pidió con todo su encanto.

—Claro, mi señora. —Respondió el joven. A ella no podía negarle nada. Siempre había estado completamente enamorado de la joven desde que llegó a servir a palacio años atrás.

—Eres un cielo— La peliazul le beso en la mejilla y se dirigió a su cuarto. El joven guardia se quedó sonrojado con la mano fija en el lugar donde la joven le había besado.

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Por la mar La Nebulosa surcaba las aguas trayendo consigo una fuerte y densa niebla. El mar esa noche estaba tranquilo y su tripulación descansaba. El capitán Freezer tomaba una botella de ron frente a su timón. Ebrio, bebió el último trago y tiró la botella al suelo. Se tambaleó por el barco hasta su camarote. Allí fue hasta su cama, debajo de ella había una trampilla la abrió y en su interior había cinco bolas naranjas. Se encontraban todas menos la de cuatro y la de dos estrellas. Después de comprobar que siguieran intactas las guardó.

—Pronto el máximo poder volverá a ser mío y todos me veneraran —Dijo con crueldad. Ando unos metros y paró frente a un cuadro cubierto por una tela de color oscuro. Desenvolvió el cuadro y lo miró con gran tristeza.

Un destello iluminó la mancha morada de su pecho. Freezer sonrió. Y una especie de brújula apareció como dibujada en el interior. Con una sonrisa diabólica el capitán de La Nebulosa salió impaciente a cubierta.

—¡Despertad malditos! —Gritó. —¡Tenemos rumbo! —Exclamó. Todos gritaron al unísono.

—¿Qué rumbo ponemos, mi capitán? —Preguntó Zarbón.

—Al norte. Tierras de Vegetasei. —Con una sonrisa se marchó a su cuarto. Cogió un cuenco y una jarra con agua y llenó el cuenco. —¿Cuál es la próxima bola mágica que debo encontrar? —Preguntó hacia el reflejo del agua. Sacó unos polvos negros y los esparció por el cuenco. Esos polvos mágicos le habían costado muy caros haciendo un trato con la bruja Uranai Baba que vivía en unas apestosas ciénagas. Era la bruja más conocida de todas y la más peligrosa. El agua del cuenco comenzó a crear hondas y una imagen apareció. La de una joven preciosa de cabello azul sosteniendo la bola de dos estrellas. Freezer se sorprendió. Jamás se había sorprendido tanto como en ese breve instante.

—Dodoria. —Gritó ofuscado.

El extraño ser rosa apareció frente a él. —Cuando lleguemos a puerto quiero que traigas a la joven y al tesoro. —Anunció señalando el cuenco. —Y a la mujer la quiero sana y salva. —Recalcó. Dodoria no daba crédito a lo que veían sus ojos.

El capitán salió de su camarote y se dirigió a la proa, allí como era normal mirando las estrellas recargado contra el barandal se encontraba un joven de unos veinticinco años. Su estatura era media tirando a baja, su cuerpo musculoso, su pelo flameante negro como el color de sus ojos. Vestía una camisa blanca que dejaba al descubierto gran parte de sus pectorales y sus piernas se apretaban en unos pantalones negros ajustados. Sus botas marrones le llegaban por las rodillas y dos pequeños aros colgaban en cada una de sus orejas.

—Vegeta —Reclamó el capitán Freezer. —Cuando lleguemos a tierra quiero que te encargues de ciertos asuntos. —Mandó autoritario.

El joven le sostuvo la mirada.

—Es una orden. —Recriminó Freezer no gustándole la mirada del joven pirata.

—Claro. —Respondió el joven moreno con el ceño fruncido y un halo de misterio.

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—Tienes que hablar con él. —Le recriminó Chichí a su amiga. Iban en el carruaje de vuelta al palacio de los condes de Aubergine. Venían de visitar al duque de Cucumber y Bulma no había cruzado palabra alguna con su prometido.

—No pienso desposarme con ese hombre. —Respondió la peliazul enfadada y con la mirada perdida en el exterior de la carroza.

—Es un hombre poderoso. —Dijo animándola la morena. —Y tus padres le dan su aprobación. Debes de confiar en ellos. —Le aconsejó.

—No. —Susurró la peliazul. —No, me casaré con él. —Miró de nuevo a su amiga con tristeza. —Haré lo que sea para no casarme con él.

Chichí abrió los ojos. Sin duda su querida amiga tenía pensado algo y según era Bulma no debía tratarse de nada bueno.

—Está empezando a oscurecer, mi señora, iré más rápido. —Anunció el cochero interrumpiendo la conversación de las dos mujeres.

Al cabo de unos minutos el carruaje paró frente al palacio. Bulma lo encontró extraño.-¿Dónde están los guardias?. —Preguntó mirando a Chichí.

Ella se encogió de hombros. Entraron en la casa y todo parecía estar en perfecto orden. La peliazul visitó el despacho de su padre antes de acostarse como era habitual para darle un beso de buenas noches. El conde ya no se encontraba allí.

—Se habrá acostado ya. —Le tranquilizó su amiga. —Vamos a tu cuarto. Será mejor que te acuestes cuanto antes. —Pausó. —Hoy ha sido un largo día. —Declaró la morena con un suspiro.

La peliazul asintió y ambas se dirigieron a su cuarto. Nada más entrar encontraron al conde amordazado sentado en la cama de la peliazul y a su mujer junto a él.

El conde intentaba avisar a su hija de que saliera cuanto antes de allí, cuando fue demasiado tarde y alguien cerró la puerta tras ella. Las dos jóvenes se asustaron al ver a la criatura rosada taponando la puerta. Era un horrible ser. Imposible que fuera humano. Bulma corrió junto a sus padres y les despojó la banda de sus bocas. El horrible ser rosa cogió del brazo a la mujer de cabellos celestes y la levantó.

—Mira lo que tengo aquí. —Dijo el pirata rosado. —¿Dónde tienes el tesoro, preciosa?—Preguntó mirando de arriba abajo a la mujer.

—Suéltala. —Gritó el conde Briefs.

—Eso no es posible porque tiene algo que es nuestro. —Dijo mientras cacheaba el cuerpo de la joven.

La señora Briefs se aferraba al abrazo de Chichí muy asustada.

—Maldito pervertido. —Recriminó su padre muerto de rabia al ver como mancillaba el honor de su hija. —Poco hombre. —Claudicó cuando Dodoria apretó su agarre en la joven.

La peliazul se removía mientras maldecía al monstruo frente a ella. Dodoria encontró al fin el bolsillo secreto en el vestido de la joven y alzó la bola mágica.

—Aquí está. —Dijo en señal de victoria.

—¿De dónde has sacado eso?. —Preguntó el conde Briefs a la peliazul.

—La encontré en una de las habitaciones de la casa. —Se explicó Bulma. —No pensé que fuera importante. —Se justificó con lágrimas en los ojos.

—No debiste cogerla. —Le regañó el conde.

—Demasiado tarde. —Interrumpió Dodoria. —Ahora esto y la chica son pertenencias del capitán Freezer como pago a él por vuestras deudas. —Anunció cargando a la peliazul en su hombro.

—No, de ningún modo. —el conde se deshizo con ayuda de Chichí de la cuerda que amarraba sus pies y su manos y corrió en ayuda de su hija. Antes de que pudiese hacer algo por ella Dodoria le atravesó el pecho con su espada.

—Papá. —Gritó Bulma zarandeándose en los brazos del monstruo. El cuerpo del conde cayó inerte al suelo. Protegido por su mujer que desconsoladamente lloraba y lo envolvía en un abrazo.

Dodoria aprovechó para escapar con la joven.

Yamcha apareció frente a él. —No dejaré que te la lleves. — Pronunció.

El horrible monstruo comenzó a luchar con el joven aún con Bulma entre sus brazos. Se fueron acercando hacia la puerta. —Adelante sanguijuelas. —Gritó Dodoria. Al menos unos doce monstruos aparecieron en su ayuda batallando contra los pocos guardias que quedaban aún en pie y destrozando todo a su paso. Yamcha le puso difíciles las cosas a Dodoria que en un acto reflejo dejó caer a la peliazul y esta se posicionó detrás del guardia de su palacio.

—Corre Bulma. —Gritó el joven muchacho a la peliazul.

Bulma le miró confundida y salió corriendo.

Cogió la espada de su padre y con su madre y Chichí junto a ella se fueron defendiendo de lo que se avecinaba a su alrededor. Bulma fue batallando con horribles seres hasta llegar a la cuadra. Fue a coger las riendas de su llegua Sura cuando alguien la detuvo.

—Tú no vas a ninguna parte. —Dijo un hombre de color verde.

Bulma intentó salir corriendo cuando fue demasiado tarde. Zarbón cogió a la joven del brazo y dos piratas más acorralaron a Chichí y a su madre.

—Lleváoslas. —Ordenó el hombre de piel y cabello verde.

La peliazul vio como los extraños seres se llevaban a su madre y a su amiga. Ella intentó buscar algo con lo que zafarse de él y divisó la antorcha colgada por encima de quel ser. La cogió con el otro brazo y se la estampó en la cara. Salió corriendo del lugar pero algo se le enganchó en el pie cayendo al suelo. Zarbón se enfureció y de pronto se convirtió en una horrible bestia de enormes músculos y rugosa piel. Bulma intentó levantarse pero cayó de nuevo. Cuando logró levantarse vio la bestia frente a ella y no pudo hacer más. Calló desvanecida.

—¿Y la bola?. —Preguntó Zarbón.

—Dodoria la tiene. —Respondió Cui obedeciendo las órdenes de su superior.

Dodoria salió del palacio con la esfera entre las manos. —¿Qué le has hecho?. —Preguntó viendo el cuerpo inerte de la joven entre los brazos de Zarbón.

—Un simple golpe en la cabeza. Despertará tarde o temprano. —Afirmó. Después miró con rabia a Dodoria. —Eres un inútil siempre me tengo que hacer cargo de todo. —Clarificó con una mirada demandante.

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Se despertó en una habitación muy lujosa, en una gran cama blanda. Por un momento pensó que se encontraba en su cuarto y todo había sido una horrible pesadilla. Hasta que escuchó una rasposa voz proveniente de alguna parte de la habitación. Irguió su cuerpo y frente a la cama en un gran sillón morado se encontraba un extraño ser blanco con una gran cola. Su mirada de ojos rojos se clavaba en ella como una hoja afilada.

—¡Hasta que despertaste, querida! —Dijo.

—¿Quién eres?. —Preguntó Bulma asustada arrinconándose en el cabecero de la cama.

—El señor de este barco. —Dijo abriendo los brazos.

—¿Barco? —Preguntó saliendo corriendo de la habitación hacia estribor. El barco estaba navegando y en la lejanía podía divisar el palacio de Aubergine ardiendo. —No. —Gritó con todas sus fuerzas. —No. —Volvió a gritar cayendo de rodillas.

—Ahora este es tu hogar, querida. —Le dijo el ser con el que antes había hablado. En ese instante todos los monstruos que hacían su tarea en el barco dejaron de hacerla para mirar y acercarse a la bella muchacha arrodillada y sujeta a la barandilla.

Cuando los vio aproximarse se pegó aún más. Aferrándose con fuerza a la barandilla de estribor.

—Zarbón, llévala a su camarote. Necesita descansar. —Ordenó el capitán.

Zarbon cogió a la mujer y la cargó como si fuera un saco.

—Suéltame, bestia. —Dijo la peliazul asestándole puñetazos en la espalda. —Eres el demonio, ¡El demonio! —Gritó con toda su rabia mirando a Freezer.

Freezer frunció su ceño y se giro hacia su tripulación que seguía pasmada frente a él. —Dice que soy el demonio. —Anunció y comenzó a reírse a carcajadas. Todos le siguieron en compañia a sus carcajadas. Su gesto cambió de pronto frunciendo su ceño. —Seguir con vuestros puestos, ratas. —Ordenó el capitán volviendo a la seriedad.

Vegeta hacía su trabajo diario en la proa del barco cuando se irguió al escuchar los gritos de una mujer.

—Eres el demonio, ¡El demonio!

Un flashback le atravesó como un rayo su mente.

Recordó a una mujer de cabello azul oscuro amarrándole con fuerza. Sintió como le arrebataban de sus brazos. Y la mujer gritaba.

¡El demonio, es él demonio!

Se acercó a la cubierta principal donde se oía el barbullo. Zarbón parecía llevar una mujer a cuestas.

—Seguid con vuestros puestos, ratas. —Escuchó gritar a Freezer.

—Sois una panda de inútiles. Inútiles desagradecidos. —Blasfemaba el capitán de La Nebulosa. —¡Vegeta! —Gritó el Capitán del navío fijando su vista en él. Pronto captó la atención del muchacho. Se colocó frente a él. —Llévame ante mi invitado. —Ordenó.

Bulma fue lanzada encima de la cama del camarote en el que antes había despertado. Lo primero que hizo fue salir corriendo antes de que Zarbón cerrara la puerta e intentar salir pero fue algo inútil.

Después miró algo a su alrededor con lo que ayudarse para salir. Le llamó la atención ver un tocador en la habitación, en el había innumerables joyas, peines y adornos para el pelo. Abrió el armario y estaba repleto de vestidos hermosos le llamó la atención uno en especial, era amarillo se amoldaba a la silueta, tenía un gran escote y una caída a lo largo deslumbrante. Después se tiró en aquella cama. Recordó ver a su padre ser atravesado por una espada. El monstruo rosado lo había matado a sangre fría, hincó sus manos en la colcha con rabia. Y por último el palacio estaba ardiendo, todo parecía una pesadilla y no sabía cómo despertar de ella. Solo esperaba en lo más profundo de su alma que su madre y Chichí hubiesen salido vivas de aquel tormento.

Lloró sin consuelo. Un llanto débil y constante se escucho durante toda la noche hasta que quedó agotada y calló en un gran sueño profundo.

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N/A: ¿Os imaginasteis alguna vez a Vegeta como un pirata? Sé que a lo mejor el primer capítulo es algo confuso por el momento, pero todo a su tiempo…

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Digi: un exelente fic no creen?
Lolfid: por si las dudas las N/A que ven aqui son de LA AUTORA DEL FIC, nosotros lo pusimos aqui con permiso de ella al igual que los fic...
Duncan: Vaya nunca pense que veria a un Saiyajin que fuera tan educado
Lolfid: ni que lo fuera. Solo estoy aqui por que me pagan bien y me encantan los fics de mis ancestros
Duncan The Wolf: te refieres a Goku y Vegeta?
Lolfid: Si exacto. Ellos son mis ancestros de hace mas de 1200 años *Sonrie a medias (Igual que vegeta)* y estoy orgulloso de decender de ellos, y ser un Neo Saiyajin *Agitando su cola*
Duncan´s: Pues...
Digi: *Con otro Megafono, Lolfid lo ve e imediatamente se tapa los oidos* DEJEN DE HABLAR DE ESO Y DEJENOS COMENTAR SOBRE EL CAPITULOOOOO!!!!
Los 2 Duncan: @.@
Digi: Como iba diciendo en este fic se puede apreciar un magnifico magnifico manejo de las personalidades de todos los personajes
Lolfid: si y es uno de los pocos fics donde se puede ver a tantos personajes del DragonBall World. Sin contar su buen manejo en el papel que interpretan.
Digi: Bueno luego les traemos el siguiente capitulo de este Fic.
Lolfid: yosolo espero que la escritora saca pronnto el cap 10
Digi: bueno muchos lo esperan. En fin eso fue todo de momento en las mil y una noches de Otakus
Lolfid: En serio si alguien lee aporte sugerencias para cambiarle el nombre al blog
RobinStar, Sara y Hero: Thank You por leer, cuidense, comenten, sobcribanse y Bye

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